
Los dioses eran considerados por los babilonios como seres terribles y furiosos que solo protegían a los pueblos que los adaptaban y les dedicaban grandes sacrificios, entre ellos la guerra a los pueblos que no seguían a esos dioses. Los babilónicos pensaban que la voluntad de los dioses podía interpretarse a través de los vuelos de pájaros, por los sueños y por la posición de los astros. En mesopotamia, se creía que las almas de los muertos pasaban a otro mundo, y se estimaba que la vida seguía al igual que en la tierra, por ello, los muertos eran enterrados con joyas, armas y herramientas.